Siempre me encantaron los animales, era la típica niña pequeña que pedía un perrito como regalo de navidad, cumpleaños, etc. Mi familia me decía, “ ¿ y no quieres una hermanita ? “ a lo que yo siempre contestaba “No, prefiero un perro” (Lo siento hermana, que sepas que te quiero igual). Mi deseo nunca se cumplió, a mi padre no le gustaban los animales y se agarraba a la típica excusa : “Es una crueldad tener un perro en un piso”.
Al hacerme mayor e independizarme, tampoco pude cumplir mi deseo. Vivía sola y mis horarios eran demasiado extravagantes como para poder sacar a pasear a un perro de forma rutinaria o pasar el tiempo que necesita con el. Pero un día pasó algo, una amiga se encontró un gato en la calle, cariñoso y confiado, les estuvo siguiendo y maullando pidiendo ayuda durante un rato, parecía abandonado. Nos preguntó en nuestro grupo de amigos si alguien podía hacerse cargo de el unos días hasta que viniera la protectora a recogerlo, ya que ella no podía quedárselo. Dado que los gatos no necesitan que los saquen a pasear y podía atender sus necesidades básicas a pesar de mis horarios, me ofrecí voluntaria.
Confieso que siempre fui mas de perros que de gatos, mi único contacto con los gatos había sido con los del campo o los que ves por la calle, realmente no tenía ni idea de como tratarles o como son. Pero el cambió totalmente mi visión de esta especie que hasta ahora me parecía desconfiada y nada cariñosa. Se adaptó a la casa en menos de un día, venía a saludarme cuando volvía, me pedía mimos y se sentaba en mi regazo cuando veía series o leía. Ya no pude dejar que fuera a la protectora y me quedé con el.
Al poco tiempo (2 meses) me llevé el mazazo : estaba muy enfermo. Después de varias pruebas e incluso transfusiones de sangre el diagnóstico no era nada bueno : tumor en la médula. Hice todo lo que pude pero su declive fue rápido y muy doloroso. Acabó en eutanasia.
Dejando de lado lo mal que lo pasé, descubrí gracias a el mi amor y respeto por los gatos. Empecé a colaborar en protectoras y leer sobre ellos. De algún modo sentía que le debía a la especie el cariño que Bicho me había dado, así que decidí hacerme casa de acogida y ayudar a algún gatito necesitado que si tuviera esperanza.
Ahí apareció el amor de mi vida : Desdentao
La protectora lo había encontrado vagando por la calle, tenía alrededor de 1 año y medio y era lo mas bueno y cariñoso que te podías encontrar. Negro, ojazos verdes y una infección brutal en la boca. El calicivirus y la mala vida de la calle le habían llevado a una operación de extracción completa de sus dientes . De todo ese conjunto, su nombre. (Desdentao es conocido como Chimuelo en america latina, el dragoncito de la película de dibujos “Como entrenar a tu dragón”)
Estaba aislado en una jaula en cuarentena la primera vez que le vi, pero nada mas mirarle se acercó ronroneando a pedir que lo acariciase. Solicité su acogida y le recogí del hospital después de su exodoncia. Nunca olvidaré el día que llegó a casa, no paro de amasarme y ronronear durante toda la noche, corría emocionado de un lado a otro de la habitación y se durmió a mis pies.
Lo adopté oficialmente al poco tiempo. Su caso es complicado, a pesar de la exodoncia no mejora del todo y tiene recaídas durante rachas donde toca medicarle hasta que remonta y estar muy pendiente de el, pero no lo cambiaría por nada del mundo. Todo el que le conoce se enamora : es guapísimo, bueno, cariñoso, gracioso … Le encanta que le cepillen y ponerse panza arriba para que le acaricies la barriguita.
Gracias a ellos, mi amor e interés por los animales en general (y los gatos en particular) no paró de crecer, hasta que decidí que quería darle un giro a mi vida y me puse a estudiar auxiliar técnico veterinario, para seguir ayudando animales desde el ámbito profesional y seguir aprendiendo sobre ellos.
A los meses le di a Desdentao una hermanita : Phoebe. Ella compensa la tranquilidad de el siendo un terremoto y lo insta a jugar y ser más activo, son inseparables.
A ellos les debo mi vida y mi trabajo actual en una clínica veterinaria, donde conocí a la persona que me pidió que escribiera esta historia y que el ahora comparte con vosotros.
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